Cali: 68 Años Después de la Tragedia del 7 de Agosto de 1956
El 7 de agosto de 1956, a la 1:07 de la madrugada, Cali vivió uno de los episodios más trágicos de su historia. Lo que debía ser una noche tranquila, previa a la conmemoración de la Batalla de Boyacá, se transformó en una pesadilla cuando una explosión de 42 toneladas de dinamita sacudió la ciudad.
La detonación, que alcanzó una magnitud de 4.3 grados en la escala de Richter, ocurrió en la calle 25 con carrera 2, en inmediaciones de la estación de carga del entonces ferrocarril del Pacífico. Siete camiones, custodiados por el Ejército, contenían la carga mortal que desató el caos. Los relatos de la época describen una escena apocalíptica: el aire se llenó de gritos y espanto, mientras una bola de fuego consumía la madrugada.
La devastación se extendió por 41 manzanas, afectando barrios como San Nicolás, El Porvenir, El Hoyo, El Piloto, Jorge Isaacs y Fátima. La explosión cobró la vida de aproximadamente 4,000 personas y dejó a 12,000 más heridas. Las palmas que adornaban la calle 25 fueron arrasadas, las tumbas del cementerio central profanadas y la antigua plaza de mercado Belmonte quedó destruida.
El padre Alfonso Hurtado Galvis, quien lideró los esfuerzos de rescate, describió la escena como “el hecho trágico más grave en la historia de América Latina por causas no naturales”.
Sesenta y ocho años después, el alcalde de Santiago de Cali reflexiona sobre el impacto de aquel evento en la ciudad. “Cali, pese a la tragedia, ha incorporado en su ADN la fortaleza de un pueblo que se sobrepone a las adversidades”, afirmó. “Somos un crisol de culturas que nos han formado como ciudad y región, permitiéndonos ser fuertes en la adversidad y solidarios en la necesidad”.
El alcalde instó a los ciudadanos a tomar como ejemplo la resiliencia demostrada tras la tragedia. “Debemos unirnos y trabajar como un solo equipo, utilizando el diálogo como la mejor herramienta para lograr el desarrollo y el beneficio de una mejor vida para todos”, concluyó.
Hoy, Cali sigue siendo un símbolo de resiliencia, fortaleza y solidaridad. La ciudad, que ha sabido levantarse de las cenizas, mira hacia el futuro con esperanza y determinación.
